Nunca fui una amante de la
lluvia, de hecho odio los días sin Sol, la falta de color, el frío, las tardes
encerrada casa. Sin embargo, algo pequeño, efímero como la caída de una gota de
agua, ha ido calando en mí sin darme cuenta, sin que haya sido capaz de identificar lo que
sucedía hasta que ya se había instalado por completo.