Aquí estoy de nuevo, sola en mi
habitación, con una luz tenue que anuncia el final del día, con unas ideas que
empiezan a despertar, algunas más rápidas que otras. Suaves melodías marcan el
paso de mis dedos por las teclas, que empieza vacilante y va ganando velocidad
conforme me introduzco en mi mundo interno, ese al que llego a parar cada vez
que escribo y que tan olvidado estaba… Aquí estoy de nuevo, como si el tiempo
no hubiera pasado, como si nada hubiera cambiado.
Pero el tiempo pasa y todo
cambia. Ni las melodías que me inspiran, ni los objetos de mi habitación, ni la
luz del día, ni siquiera yo y mis propias ideas somos las mismas.