viernes, 30 de noviembre de 2012

En un acto egocéntrico


He descubierto algo  realmente extraño: cuando me aburro, escribo. O bien, cuando me aburro me entran ganas de escribir. Sea lo que sea, no sé  qué escribir. Así que  simplemente escribo para ver qué resultado obtengo.
Tal vez influya el hecho de que hoy no he salido de casa y ya son las seis de la tarde; o tal vez sea que es día de lluvia y en estos momentos estoy escuchando una de las melancólicas pero vibrantes canciones de Adele.
Es curioso lo que nos hacen sentir esas canciones que nunca escuchamos pero un día lo hacemos porque sí; y piensas qué era lo que te apartaba de ellas para no haberlas escuchado antes.
Por ejemplo, mi padre dejó en mi mesa un pen-drive hace cuatro días, el cual contenía el último disco de Adele, y no reparé en él hasta que volvió a pedírmelo de vuelta. Copié las canciones en mi ordenador esta mañana y, como todas las tardes que no salgo de casa, estaba  lo suficientemente aburrida como para abrirlo.
Creo que todo ha influido en su medida para que esté ahora escribiendo.
En realidad, yo no suelo dedicarme a escribir estos pequeños monólogos, pero cada vez vienen más rápido a mi cabeza las ideas para comenzar uno. Hasta hace poco, lo que más me gustaba escribir eran historias que me transportaban a  lugares que nunca veré, a  personas que nunca conoceré, a situaciones que seguramente nunca viviré…
Creo que últimamente ni yo me comprendo, es como si fuera yo pero vista desde la parte de atrás, la que no ve la luz. Con esto no quiero decir que la parte “oscura” sea mala, simplemente es otra parte más de mí, con otras características a la que está de cara a la luz; pero a la vez ambas están estrechamente unidas.
Estos monólogos parecen más fáciles de escribir, no hay que tener en cuenta una línea argumental más que la de tu vida; y no hay que pensar en otro personaje que no sea yo misma. Es como si fuera contando los detalles de mi vida en pequeños fragmentos, en páginas de procesadores de texto que se van acumulando poco a poco.
Quién sabe,  a lo mejor todo esto llega a ser como un resumen de lo que soy, de cómo me veo yo misma desde dentro, mostrando los insignificantes pero curiosos detalles de mi persona.
Supongo que muchos pueden pensar que esto es un acto de egocentrismo, que estas piezas de mi no le importan a nadie. Yo creo que si alguien ama realmente la literatura debería expresar su vida así, porque no hay mejor historia que la que uno mismo puede contar,  no la escuchada de oídas.
Ahora se me van las palabras, porque quiero escribir tanto que no sé cómo hacerlo. Así que mejor lo dejaré para otra de mis crisis de aburrimiento. Espero que aparezca alguien pronto y me saque del ordenador.
Estoy sedienta de más emociones y no me gusta esperar… 

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