En estos dias que he ido caminando por la calle solitariamente, en mi intrincado mar mental lleno de corrientes de ideas que no llevan a ninguna parte; me he dado cuenta de algo bastante curioso que hago durante ese tiempo muerto en el que no puedo hacer nada productivo o donde sin, venir a cuento, mi cerebro declara que los conocidos de mi alrededor son objetos de imposible concentración y es mejor centrarse en otras cosas, la de cosas que una aprende de sí misma así sin más... Cuando me dirijo a un encuentro o incluso cuando estoy sentada en cualquier parte, en un bar o en la parada del bus, suelo fijarme en completos desconocidos. Observo sus movimientos, su ropa, su expresion, la forma en la que hablan...
Para mi es como pasear por un jardin lleno de flores y árboles bonitos y feos, reparándome en todos sus colores y sus formas, maravillándome o aborreciendome de cuanto veo.