=> "A ti."
Mientras mi querido amigo
el muñeco de esparto se encargaba de escribir con parsimonia aquella
frase inolvidable que por fin
me ayudaría a llegar hasta el mago, no podía dejar de observar con
curiosidad mi pequeña caja de música. Por cada vuelta que daba
entre mis manos, me preguntaba si aún podría guardarme otra nueva
sorpresa y a la vez no podía darle sentido a cómo llegó tan
extraño objeto a las manos de aquel viejo buhonero, y más aún,
cómo supo adivinar que yo debía ser su nueva dueña. Sea como
fuere, preferí no pensar demasiado en ello porque, puestos a dudar,
realmente todo aquello carecía de algún sentido aparte de aquel que
yo decidí darle en cuanto me desperté de aquel sueño sin fondo, en
mi torre en el mar, junto a la muñeca que tan pacientemente esperaba
mi regreso.