viernes, 8 de marzo de 2013

Try...

 Voy a hacer un alto para poner otra cancion que ya toca.
De nuevo, gracias a todos los que entran en este blog  aunque sea sin querer ;)
Feliz fin de semana.



"But just because it burns doesn't mean you're gonna die.
 You've gotta get up and try, try, try..."


Nunca (Parte 6).


La chica sigue allí sentada, todavía con un amago de sonrisa en el rostro. Algunas personas empiezan a desvelarse, pero no se levantan, observa Christian. Decide centrar su atención en el joven sentado más lejos que su inventada Cassandra. Al contrario de esta, él permanece con los ojos cerrados, inmóvil. Parece mayor y cansado, aunque no debe tener más de veinticinco años.
Su mente vuelve a tomar impulso y ,al cabo de unos segundos, viaja sin rumbo en busca de otra historia con un nuevo nombre: Samuel…
“Samuel”, su nombre es lo primero que recuerda el joven al despertarse. Sin embargo, cuando abre los ojos solo ve oscuridad y el calor asfixiante que emana por las paredes metálicas a su alrededor, amenaza con hacerlo desvanecerse de nuevo. Escucha el sonido atronador de las máquinas a lo lejos. Se encuentra sentado en un estrecho compartimento, su cuerpo demacrado y su ropa hecha girones lo hacen parecer un saco de huesos pálido y débil. Samuel alza la vista: los barrotes del techo le impiden llegar a un cielo sin estrellas, lleno de nubes. Pensando en su situación, vuelve a decirse a sí mismo que su debilidad física no importa, su cabeza sigue con tantas fuerzas como el primer día que despertó allí, encerrado en una noche eternamente oscura.
Una sonrisa irónica se asoma en sus labios resecos, aquello no durará mucho. Tantea los paneles del suelo hasta encontrar el tornillo que dejaron suelto por descuido, o eso piensa él.
La trampilla cede con un leve empujón, revelando un túnel tan oscuro como su celda. Introduce las piernas con mucho cuidado y se desliza poco a poco, temiendo que el mínimo ruido lo delate y venga quien sea que lo haya metido allí. Cuando sus pies tocan el suelo rocoso, una emoción parecida a la esperanza se apodera de él.
Comienza a caminar por el pasadizo, encorvado, debido a las pocas dimensiones del túnel. No sabe hacia dónde le llevará, solo tiene la fe irracional de que será cualquier lugar mejor que su celda. Los estruendos de las máquinas van perdiendo intensidad hasta desaparecer por completo. “Samuel” la adrenalina le ayuda a avanzar… “Samuel”, “Samuel” la voz suave de la libertad hace que sus pasos se apresuren. Al cabo de unos minutos no puede controlar más su ansia por salir de allí y corre, pierde el aliento, se cae, pero se levanta, siempre se levanta. Sonríe sin saber porqué, está tan feliz que se asusta. Su carrera se ve frenada súbitamente, Samuel siente una suave brisa que le acaricia la mejilla… Solo puede significar una cosa.
Corre más rápido si cabe, derrapando en las múltiples curvas del camino ¿aquello es una luz?

La molesta voz de megafonía vuelve a anunciar que se ha perdido una señora mayor en Cuatro Vientos.
Christian suspira y aparece de nuevo sobre su esterilla. “Era una buena historia, ambas lo eran”, piensa, maldiciendo en silencio a la señora al otro lado de los altavoces. Intenta dar con los rostros de Cassandra y Samuel pero esta vez no los encuentra, un barullo de gente comienza a desperezarse y a levantarse.
Se encoge de hombros, agradeciendo mentalmente a aquellas dos personas su desinteresada ayuda para crear dos maravillosas historias.
Christian decide levantarse y volver por completo a su vida real.

domingo, 3 de marzo de 2013

Nunca (Parte 5).


Capítulo 4

Christian se pregunta quiénes pueden ser aquellas dos personas que distingue a duras penas  entre el caos de sacos de dormir que los separa. La primera parece ser una chica bastante joven, sonríe abiertamente a la nada mientras mira al cielo, que va adquiriendo tintes anaranjados conforme pasan los minutos. Seguramente ni siquiera se imagina que un galés como él la observa detenidamente, intentando averiguar si está tan loca como parece, o se esconde algo más tras su mirada soñadora. La chica se gira en su dirección. Pero Christian para entonces ya mira para otro lado, en realidad, a ninguna parte en concreto. Ya tiene lo que necesita para olvidarse del frío que le traspasa la fina tela de su camiseta blanca. Su mente viaja muy lejos de aquellas personas cuando empieza a imaginar una nueva historia.
Se ha convertido en su pasatiempo favorito cuando quiere matar el tiempo. Ha descubierto que puede estar en cualquier parte, con cualquier persona, en cualquier momento… solo con un poco de originalidad e imaginación. Es tan fácil viajar de un mundo a otro que a menudo se ve tentado a olvidarse de los quehaceres de la vida para abandonarse a las miles de historias que aparecen por todas partes.
Decide ponerle un nombre a aquella chica sonriente, se llamará Cassandra. Vive en una de aquellas islas griegas perdidas en el mar. Puede imaginarla recorriendo las calles de piedra, oliendo las flores de las ventanas, robando alguna, guardándola entre sus rizos. Las austeras casas blancas reflejan los rayos de sol que caen en cascada sobre su piel, como a ella tanto le gusta. La calle cada vez se inclina más hacia arriba, pero a ella no le importa. Impulsivamente, echa a correr, sonriendo como una niña pequeña. Casi tropieza con algunas piedras, pero ella ríe con el poco aliento que le queda. Por fin llega al final de la calle, donde la espera, como cada mañana, el balcón de hierro que le deja ver el mar. Las olas chocan contra las rocas a escasos metros de ella y le mojan sus sandalias e incluso el dobladillo del vestido blanco. Nadie la molesta es su rutinaria aventura, como si tuvieran miedo de ser arrollados por su sonrisa y la viveza de sus pasos. Un viento huracanado la alcanza y le revuelve el pelo.
Cassandra abre las manos y recibe su abrazo. 
Existiendo momentos así cada día ¿quién no sería feliz?

La estridente voz de la megafonía anuncia la desaparición de veintisiete niños durante la noche en Cuatro Vientos y devuelve a Christian súbitamente a la realidad, a la dura esterilla y al frío que le rodea.