Capítulo
5
Jérome
abre lentamente los ojos y se mira las manos. Permanece así unos minutos, sin
pensar en nada, como un cuerpo sin vida, como alguien que ha perdido las ganas
de todo.
Tantea
el bolsillo de sus pantalones para mirar la hora en su móvil, pero recuerda
haberlo dejado ayer en la mochila para que no se mojara con la lluvia. Rebusca
entre los trastos, papeles y guías del peregrino, sin éxito. Se maldice a sí
mismo por haber sido tan irresponsable, cualquiera podría haberlo robado
durante la noche.
De
repente sus manos tocan un papel demasiado duro para ser propaganda. Lo saca,
con desinterés, hasta que distingue el sobre y la letra redonda y cuidada con
la que está escrito su nombre. Una escritura que le recuerda demasiado a la de
la persona que le desvela cada noche.
Cada
segundo le parece una eternidad mientras sus dedos temblorosos abren el sobre y
desdoblan el contenido. Sus ojos leen ávidamente cada línea:
“Querido Jérome:
Aún me cuesta creer que me
quieras, pero no porque no te crea, sino porque nunca pensé que te fijarías en
alguien tan raro como yo.
Lo cierto es que me enamoré de
ti la primera vez que me ayudaste aquel día en el puente.
Si no te respondí en aquel
momento fue por miedo a empezar otra relación. Pero ahora estoy completamente
segura.
Escondí esta carta en tu
mochila mientras te despedías de los niños; espero que la leas cuanto antes,
porque no quiero que sufras estando fuera.
Te quiere: Adriane.
Jérome
lee la carta dos veces más, absorbiendo cada palabra escrita. ¿Se habrá quedado
dormido mientras tenía los ojos cerrados? ¿Sería una broma de mal gusto de su
mente?
Otra
ráfaga de aire helado le convence de lo contrario.
Vuelve
a buscar su móvil y esta vez lo encuentra a la primera, una broma del destino.
Busca el número de Adrianne con rapidez y ni siquiera escucha los pitidos de
llamada cuando alguien contesta:
-¿Sí?-
la voz de su amiga suena malhumorada, la ha despertado.
-Adrianne-
en la otra línea reina el silencio, pero la joven ha reconocido la voz al
instante. Jérome piensa que se ha enfadado por llamarla a esas horas-. Siento
haberte despertado pero es que yo…
-Estúpido…-
le corta ella. Su tono de voz cambia de inmediato- Llevo dos noches sin dormir
¿Cuándo pensabas llamarme?
Jérome
sonríe por primera vez en mucho tiempo. ¿Cómo no había visto antes el dichoso
sobre?
Capítulo
6
Marta se quita los auriculares,
se siente observada. Mira a los lados y se percata de que no es la única
despierta. Dos chicos, cada uno en una dirección distinta, la acompañan desde
la distancia. Uno de ellos tiene una cabellera de rizos castaños, pero mira al
suelo, así que se gira hacia el otro, que lleva solo una camiseta blanca,
haciéndolo parecer aún más pálido. Marta deduce que debe ser británico. No
puede saber con exactitud si había estado mirando, pero juraría verlo mover la
cabeza hacia otra dirección justo cuando ella se ha dado cuenta de su
presencia. Tiene la mirada perdida, no parece que se encuentre allí en ese
momento. Un movimiento la distrae. Su amiga se mueve un poco y abre lentamente
los ojos. Se sorprende al verla ya incorporada, móvil en mano. Le lanza una
somnolienta mirada interrogante:
-¿Has
dormido algo?- su voz es un susurro.
Marta
la obsequia con una sonrisa franca y menea la cabeza.
Su
amiga la acompaña unos minutos y luego vuelve a quedarse dormida.
Marta
la mira unos instantes, con una tierna sonrisa. Teniendo amigos como ella, ¿a
quién le importa perder unos cuantos peores?
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