miércoles, 26 de diciembre de 2012

Siempre habrá un enredo.


He conseguido llegar a una conclusión bastante acertada sobre mí misma: a veces llego a ser tan complicada que ni yo misma soy capaz de entenderme.
Me enredo en mis propios pensamientos hasta que empiezan a ahogarme.
Esto se vuelve una y otra vez en mi contra, porque siempre termino alterando a todo el que me rodea. Y lo comprendo, yo también me altero…
Pero me altero porque tengo muchísimas  cosas en la cabeza y quiero estar contenta con todas ellas, pero a la vez no quiero hacer algunas de ellas porque puede que a las personas que están conmigo les perjudique, aunque tuviera unas ganas locas de hacerlas.
¿Comprendes cómo me complico?
Yo sí lo comprendo, por eso prefiero quedarme callada en esos momentos en que mi mente se divide en dos bandos y ninguno se rinde. Si no permanezco callada, los ruidos de la batalla salen por mi boca, e incluso, conforme voy hablando, comienzo a arrepentirme de la mitad de las palabras que digo.
Después de eso permanezco un largo rato callada, pensado y dando vueltas a mis sentimientos hasta marearlos. Es la única forma de averiguar lo que realmente quiero y de separar lo que he dicho en lo correcto y en lo equivocado.
Cuando he organizado lo que pienso, a menudo me disculpo por algunas cosas y a la vez intento justificar otras. Sin embargo, intento hacerlo poniendo la verdad por delante, no utilizando mis argumentaciones como débiles excusas.
Mi conflicto interno se vuelve más peligroso si en el momento en que empiezo a callarme (sabiendo una vez más  que me he liado yo sola), me presionan para intentar comprenderme. Está bien que intenten hacerlo, pero suele pasar que en ese momento ellos ya están igual o más perdidos que yo (lo que conlleva a su vez a que estén mucho más susceptibles).
En este punto ya no hay dos bandos, hay tres: los dos anteriores y el que está en medio, temiendo lo que puede pasar si alguno de los otros dos mete la pata; porque después será él el que tenga que solucionar a toda velocidad lo que suceda.
¿Y todo para qué? Para que la gente se enfade y yo me haga un lío enorme.





Lo único que pido es un poco de comprensión para aquellas personitas interiormente inseguras. Enfadaos con ellas si queréis, pero intentad comprenderlas cuando ellas no lo hagan porque será cuando más lo necesiten.
Por último quiero decir que por mucho que lo explique, siempre será igual de estúpidamente complicado; cuando me encuentre en ese estado, no  me lo tengáis en cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario