domingo, 27 de enero de 2013

Diminuta Yo


Tengo una hora entera para escribir, pero como hoy estoy bastante animada, porque he decidido dejar pasar todo y ser la buenísima persona que seguro puedo ser, hoy voy a hacer algo distinto y voy a inventar.
Por la ventana de la sala de exámenes se distingue el muro de ladrillos anaranjados del instituto, y más allá, veo un árbol que podría ser algo parecido a un sauce y un eucalipto (admito que no tengo mucha idea de botánica). Desde mi punto de vista, el Sol le da de frente. Tras él solo queda la inmensidad del cielo azul y brillante que me recuerda a los principios de verano. Aún con las ventanas cerradas, se escucha cantar a los pájaros y, de vez en cuando, alguno aparece y desaparece entre las ramas del árbol.
Comenzaré a inventar:  Por unos instantes voy a ser tan diminuta que podría imaginarme perfectamente viviendo en ese árbol. Viendo cada mañana, desde las ramas más altas cómo el Sol comienza a brillar sobre mi cara para calentarme los huesos. Estoy segura de que le regalaría al Sol una sonrisa y después  miraría a todas partes con las fascinantes vistas que podría tener desde allí.

Me encantaría agarrarme a una rama y columpiarme cuando sople el viento, investigar cada recoveco de ese árbol descubriendo cada día  un lugar nuevo donde tumbarme a descansar, a cantar, a jugar, a pintar… Me dedicaría a saltar entre las delgadas ramitas cuando por fin ganara la confianza y el equilibrio necesario para hacerlo y me reiría como una niña viendo cómo los pájaros me acercan la cabeza para que les haga cosquillas en el cuello. Creo que incluso sería capaz de agarrar una hoja por cada extremo y tirarme al vacío, gritando, cerrando los ojos con fuerza y gritando aún más fuerte cuando volviera a abrirlos.
Bajaría por las ramas del gran árbol como si fueran un alocado tobogán hasta llegar al suelo para beber agua y darme un baño mientras lo riegan. Vería todas las mañanas a esas enormes personas del instituto cercano, gritando, persiguiéndose con la mirada, intentando comprobar quién rie más fuerte. Quizás incluso viera a una aumentada copia de mí, pero seguramente no idéntica, porque ella caminaría de forma más insegura, con una sonrisa un poco rígida y una mirada seria de alguien que por las circunstancias ha crecido demasiado rápido…  Mi diminuta yo comprendería entonces que hay golpes que no dejan marcas por fuera.
Cuando llegara la noche, buscaría un lugar bonito y seguro desde donde observar las estrellas, quizás dormiría cómodamente acurrucada entre las plumas de un gorrión y lo haría con la sonrisa de quien espera un día tan maravilloso como el anterior.
Algunas veces deseamos volver a ser niños, tener esa alegre fascinación por todo lo que nos rodea, por muy simple que sea. Es cierto que no podemos volver a ser niños, pero una parte de lo que fuimos  debería quedarse siempre con nosotros. Por mi parte, mi diminuta yo irá siempre saltando de árbol en árbol donde quiera que yo vaya. Quizás me esté observando ahora mismo desde ese árbol que miro a través de la ventana, saludándome tan feliz para recordarme que muchas veces lo que necesitamos es confiar más en quien realmente somos. 

2 comentarios:

  1. Yo creo ke cuando compartimos episodios o anegdotas de nuestra niñes es porque la guardamos en algÚn rinconcito. Siempre con nosotros hasta que la memoria nos falle. Por eso te cuento historias en la que la protagonista weres tú. Tus risas. Tus ganas de saltar. cantar. Eres soñadora de historias increibles ke transforma tu juventud en infancia. Una mezcla fascinante ke no me gustaria que perdieras.los pies en el suelo para afrontar los dias que vendrán y los sueños volando hacia arriba. Donde eligirás mirar a tu niñez o encontrar felicidad en tus dias oscuros.

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  2. Muchisimas gracias! :)) con tu comentario le has puesto la guinda al pastel, un besazo.

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