sábado, 11 de mayo de 2013

A lo Platón.


Bueno, venga, llevo ya un largo tiempo sin escribir y creo que es hora de volver a mis palabras.
He intentado volver a ponerme a escribir antes pero se me venían a la cabeza tantas cosas que es muy complicado ordenarlas. Es de esas veces que te quedas mirando fijamente la pantalla del ordenador con el cursor del ratón sobre el icono de Word y… ya está, ahí se queda porque de repente lo que querías escribir ya se ha ido.

¿Por dónde empiezo?

Creo que voy a volverme Platón  mientras escribo y te voy a hablar de las ideas.

Según mi punto de vista, me he dado cuenta que muchas ideas que se forman en nuestra cabeza (porque alguien las ha puesto ahí o las has creado tu solo), son como un virus que se extiende poco a poco. Cabe decir que aunque lo llame virus no tiene porque ser una idea mala.

El caso es que normalmente no te reafirmas en una idea así por las buenas, al principio la idea pasa a tu alrededor, roza uno de tus dedos, te susurra al oído, te sopla en la cara… pero no te das cuenta de que está cerca y entonces, se cuela en tu cabeza y ahí se queda, tranquila y latente, esperando un empujón que la lance al interior de tu mente.

De repente en tu vida pasa algo: imprevisto, chocante, doloroso… o tal vez sorprendente, esperanzador, dulce… Sea lo que fuere esa idea despierta y por fin consigue el impulso que necesitaba para empezar a adentrarse más y más en nosotros.

Ya no te queda más remedio que darte cuenta de esa nueva idea, solo que al principio reaccionas tal que así: “¿En serio?...Vaya…”. No te explicas cómo ni cuándo has empezado a pensar así  hasta que ya es demasiado tarde. La idea se apodera primero de tus ojos, empiezas a ver las cosas de una forma distinta; después de tus extremidades, detrás de tus acciones está ella; y, por último, esa idea que no era nada, que hasta hacía bien poco te acariciaba desde lejos, se apodera de tu corazón. Y entonces sí estás perdido, para bien o para mal, esa idea se queda a vivir contigo.
Puede que durante todo ese proceso hayas estado triste, ilusionado, escéptico o sorprendido; pero si de algo estoy segura es que has estado confuso, y cuando llega a tu corazón, el doble de todo.

Pero así son las cosas, así son las ideas que siempre nos rondan, a la caza de nuevas cabecitas pensantes. No te preocupes, es normal estar confuso, y te lo dice una experta en la indecisión que todavía no ha aprendido a hacerle caso a la idea hasta que ya está bien dentro.

Quién sabe… a lo mejor quien lea esto no sabe que la idea de todo esto ya está cerca, soplándole a la cara.

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